11 septiembre 2006

El Camino de Santiago


No quería dejar pasar este camino sin pena ni gloria, sin al menos escribir alguna reflexión.

En el monasterio de Sobrado de los Monjes, realizando el Camino del Norte el pasado año, nos entregaron un panfleto en el que se podía leer lo siguiente:

"El Camino de Santiago se ha convertido en una alegoria del itinerario vital e interior que cualquier ser humano (sea creyente o no), debe recorrer para encontrarse consigo mismo...

El peregrino no tiene casa. Su morada es el camino. Para ponerse a andar necesita ir lo menos cargado posible; por lo tanto debe deshacerse de todo aquello que es superfluo y quedarse con lo mínimo imprescindible.

El camino es bello pero arduo; está sembrado de sorpresas fascinantes como de dificultades de todo tipo...

...En el camino, el peregrino es uno más, sin títulos ni avales, a la intemperie, a merced del sol, de la lluvia o del frio...

Al peregrino las circunstancias le obligan a encontrarse a sí mismo al desnudo. A medida que camina se le va desvelando lo que es: un sinfin de ruidos interiores, de relaciones, de reacciones, de sentimientos, unos luminosos y otros sombríos, que se van sucediendo ante el espectador asombrado, que es uno mismo.

... La meta final va desdibujandose en el horizonte y va perdiendo relevancia. El camino en sí mismo va adquiriendo importancia y ocupando el lugar de la meta, y no hay otra meta que el camino mismo.

...el peregrino siente como va abriéndose a una libertad desconocida hasta entonces, como gratuitamente, de improviso, recobra la frescura de las relaciones humanas... es como si lo más auténtico de uno mismo aflorase incontenible y espontáneamente..."

No pensaba transcribir tanto texto, pero según he ido leyendo he visto que de poco podía prescindir. El Camino no defrauda, sólo hay que recibir las sorpresas que te brinda con la mente abierta y sin esperar nada de antemano.

Hay que prepararse para afrontarlo en "buena forma", y, por supuesto, la experiencia es un grado... aunque ningún camino se repite.

Y bueno, no quiero caer en la arrogancia de hablar sobre las metáforas del Camino, pero es inevitable darte cuenta que muchas subidas no sirven más que para volver a bajar, aunque a veces los mejores paisajes están después de una subida, o que la lluvia alivia el calor, o que cuanto más impaciente estás por encontrar un bar, más parece que este nunca llega, etc.

El próximo... desde Irún, aunque quién sabe dentro de cuanto tiempo...

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