Ya suponíamos que le iría a gustar, porque el baño le encanta. Pero claro aquello era diferente... tanta agua... Desde el primer día le gustó, incluso cuando le sumergimos la cabeza por primera vez en el agua.
¿Y que se hace en matronatación? os preguntareis, porque yo también me lo preguntaba. Y para qué sirve, si todavía no pueden aprender a nadar? Pues sí, es verdad, todavía lo de nadar le queda muy lejos. Por ahora lo que se pretende conseguir es que no tengan miedo al agua, y que se vayan acostumbrando a ella. Esto les supone muchos beneficios, ganan confianza en ellos mismos, les ayuda a moverse luego con mas soltura fuera del agua, desarrollan mayor capacidad de juego... Nosotros todas esas cosas no las vemos, pero sí el que se te resbale en el agua y meta la cabeza en el agua y no llore ni se asuste, el que mueva los pies y los brazos con mayor coordinación (supongo que será por el efecto del agua, no lo se), y también que le hayamos podido meter en la playa sin que rechistara. Está hecho un campeón!!
Y poco a poco va aprendiendo cosillas.Es muy gracioso ver como mueve sus piececitos a medida que le arrastramos por el agua, o ver cómo ya cierra los ojos cuando ve que le vamos a meter la cabeza bajo el agua.
No sé si tendrá algo que ver... pero el verano pasado, cuando estaba embarazada de Andrés, me apetecía muchísimo ir a bucear, sumergirme en el agua y escuchar mi respiración mientras intentaba ver entre la arena y las rocas peces y otros animalitos marinos... Quizá por ello le guste tanto el agua, o quizá sea al revés, yo tenía tantas ganas de bucear porque él me lo estaba pidiendo. No se sabe, pero eso sí, disfruté muchísimo el verano pasado, sobre todo en Ibiza, buceando en esas aguas tan claras y viendo tanto bicho. Con papa (Paco) siempre a nuestra vera, dándonos el suficiente apoyo como para atrevernos a ir un poquito más lejos de lo que me podía imaginar.
Lo mejor de todo esto, ya lo he dicho, lo bien que se lo pasa.
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